Y si no tuvieras miedo ¿Qué harías?
“No aparques a un kilómetro de tu destino solo porque pienses que no vas a encontrar una plaza libre más cerca. Ve exactamente a donde quieres estar. Si no hay espacio, siempre tendrás la oportunidad de dar media vuelta. En otras palabras: no te des por satisfecho demasiado rápido en tu vida.
“Haz lo que te apasiona, haz lo que realmente te importa. No pongas en práctica el Plan B, el plan de seguridad, hasta que no hayas intentado el Plan A”.
Estas fueron las palabras de Catherine Drew Gilpin Faust en uno de los discursos de graduación de los estudiantes de la Universidad de Harvard.
1. Miedo a la muerte
2. Pérdida de autonomía
3. La soledad
Totalmente contrapuesto al anterior, este miedo se relaciona con el pánico al abandono, al rechazo o a sentirnos despreciados. La pérdida de conexión con el mundo genera sensaciones de angustia ante la posibilidad de convertirnos en una persona no querida a la que nadie respete ni valore.
Los miedos básicos se muestran a través de nuestras reacciones compartidas ante las circunstancias de la vida. Los celos y la envidia, por ejemplo, expresan el miedo a la separación o la devaluación de uno como persona: “se va a ir con otra persona y: a) me voy a quedar solo; o b) lo hace porque yo no merezco la pena”.
4. Daños y perjuicios al ego
El miedo a sentirnos humillados, pasar vergüenza o cualquier otra situación de profunda desaprobación que amenace la pérdida de la integridad del ser (también conocida como muerte del ego).
El miedo al rechazo o el temor que sienten muchas personas a hablar en público están relacionados con esta angustia generalizada a la aniquilación de nuestro ego.