El amor es una droga

El amor es una droga

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Mi psicoterapeuta fue contundente: “El peor momento para asentarse en pareja es cuando estás enamorado”. Y es que, como los científicos han descubierto, esta euforia física y emocional altera nuestro cerebro de la misma manera que estar bajo los efectos de las drogas.

“Se te nubla la razón y hacemos elecciones erráticas”, me decía mientras yo ponía cara de angustia.

Pero aclaremos: ¿De qué hablamos cuando hablamos de amor? La doctora Helen Fisher, antropóloga, profesora e investigadora de la Universidad Rutgers y autora de Por qué amamos y El primer sexo(ambos publicados en español por Editorial Taurus), me explica: “Hay tres variantes del ‘amor’, aunque usemos la mis palabra para ellas. Cada una activa diferentes estructuras del cerebro y químicos cerebrales específicos, conocidos como neurotransmisores, que generan diferentes formas de relación entre los seres humanos. Estas variantes son el sexo; el amor romántico y el cariño o lazos emocionales”. Mira aquí más: El amor como una droga

El efecto Romeo y Julieta es real, cuando hay obstáculo el amor se intensifica

La dosis de dopamina aumenta ante la adversidad, de ahí a menudo sintamos que los sentimientos se intensifican cuando surgen obstáculos en una relación, un fenómeno que se conoce como ‘Efecto Romeo y Julieta’. “No es de extrañar por tanto que los amantes crucen continentes para poder abrazarse unos pocos días o que cambien de trabajo o incluso que mueran el uno por el otro, cuando el sistema se activa poco podemos hacer”, asegura.

Al hacer el amor se segrega oxitocina, una hormona que juega un papel esencial en la conducta sexual y que está presente en todas sus fases: el enamoramiento, el posparto y la lactancia. Los niveles de oxitocina se disparan entre los enamorados y la segregan tanto los hombres como las mujeres al copular. En ambos casos y tal vez por ello sea la más espiritual de las sustancias químicas, sustenta la fidelidad y la creación de vínculos afectivos en la pareja.

Hace unos años, la investigadora Lucy Brown, catedrática de neurociencia del Colegio de Medicina Albert Einstein de Nueva York, utilizó imágenes de resonancia magnética para estudiar el cerebro de 17 jóvenes que decían estar «recién y locamente enamorados». Observó que mirar la foto de la persona amada activaba tanto las neuronas del núcleo caudado como las del tegmento ventral, dos áreas cerebrales vinculadas al placer. Y comprobó que ambas áreas se inundaban de la hormona dopamina en el cerebro enamorado.

El resultado: una sensación muy similar al «subidón» que causan las drogas. Que, además, ayuda a que los enamorados se sienten cargados de energía, mucho más motivados y dispuestos a asumir riesgos.

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